Hasta las cinco de la tarde no llegó ningún signo de vida de su habitación. Entonces hizo sonar la campanilla para llamar al criado y decirle que le preparase un baño frío. No quiso comer y sólo tomo una taza de té frío. Pasó la tarde recostado en el sofá, en aquella habitación a oscuras. Detrás de las paredes frescas resonaba y se fermentaba el verano. Percibía el burbujeo ardiente de la luz cegadora, el resoplar del viento cálido entre las hojas resecas, y prestaba atención a los ruidos de la mansión.
Una vez pasado el sentimiento de sorpresa, se sentía cansado. Uno se pasa toda la vida preparándose para algo. Primero se enfada. A continuación quiere venganza. Después espera. Él llevaba mucho tiempo esperando. Ya no se acordaba ni siquiera del momento en que el enfado y el deseo de venganza habían dado paso a la espera. El tiempo lo conserva todo, pero todo se vuelve descolorido, como en las fotografías antiguas, fijadas en placas metálicas. La luz y el paso del tiempo desgastan los detalles precisos que caracterizan los rostros fotografiados. Hay que mirar la imagen desde distintos ángulos y buscar la luz apropiada para reconocer el rostro de la persona cuyos rasgos han quedado fijados en el espejo ciego de la placa. De la misma manera se desvanecen en el tiempo todos los recuerdos humanos. Luego, en algún momento inesperado, nos llega un rayo de luz y entonces volvemos a ver el mismo rostro olvidado.
El último encuentro - Sándor Márai
viernes, 29 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)


2 comentarios:
haceme un dibujo y mandamelo asi lo pongo en kiencocina!
ADHERI A LA CONSIGNA MOLAAA
"Hay que mirar la imagen desde distintos ángulos y buscar la luz apropiada para reconocer el rostro de la persona cuyos rasgos han quedado fijados en el espejo ciego de la placa."
ey me re gusto el blog...
nose si habia entrado alguna vez...
espero k andes bien nene!!
...te debo una cosida de mochila...
un abrazo che
Publicar un comentario